"Rogamos al Padre celestial que no tome en cuenta nuestros pecados ni por causa de ellos nos niegue lo que pedimos" (Martín Lutero. Catecismo Menor, 1527)
Nadie, digo bien, nadie que se precie de seguir a Jesús menospreciará la importancia vital de la práctica de la oración. Es más, por activa y por pasiva somos exhortados desde los púlpitos a orar, a interceder, a pasar tiempo – y cuanto más mejor- en relación con Dios. Si embargo muchos cristianos y cristianas viven sometidos a un sentimiento de culpa por no orar lo suficiente o no hacerlo en absoluto.
